TODOS TENEMOS UN AMIGO CON ASPERGER

Por Guido Laham*
En el siglo XXI, con el avance de la ciencia y el aporte de la tecnología, es posible diagnosticar a algunos chicos que durante años en las escuelas y ámbitos sociales de todo el mundo eran catalogados como “raros”. Los niños son tildados de maleducados, sin embargo, hay una explicación médica que todos los docentes y familiares deberían saber.
La película Tan fuerte y tan cerca muestra el caso de un chico con Asperger.
La película Tan fuerte y tan cerca muestra el caso de un chico con Asperger.
        Al ser incluido recién en 1994 en el Manual de Psiquiatría DSM-IV (libro universal utilizado por los profesionales para diagnosticar), el Síndrome de Asperger es desconocido por la mayoría de la población incluyendo a padres, maestros, directores y psicólogos, que todos los días se cruzan con chicos con este trastorno y no lo saben. Este síndrome, que afecta a entre tres y siete de cada mil personas, está dentro del espectro de autista y forma parte de los trastornos generalizados del desarrollo (TGD). Las personas que la padecen desarrollan el lenguaje normalmente, no tienen distinciones físicas y hasta algunas tienen un coeficiente intelectual que supera la media. Sin embargo,experimentan dificultades para entablar relaciones sociales, les cuesta hacerse amigos y respetar las reglas impuestas.
        El desconocimiento de su entorno les genera problemas. Los chicos son castigados, sometidos a exámenes que muchas veces no pueden realizar y con frecuencia son humillados e incomprendidos por sus compañeros y adultos a cargo. Son víctimas del hostigamiento y la crueldad de los chicos que, en general, o no saben del síndrome o no lo entienden. “Desde el siglo XIX el sistema educativo se pensó para homogeneizar a la población y la escuela moderna hace una equivalencia entre ‘inclusión’ y ‘homogeneización’ y no son lo mismo”, explica Teresa Falcón, licenciada en Educación y directora del colegio privado integrador Horizontes, ubicado en el barrio porteño de Coghlan, que sostiene que no todos los chicos tienen que tener el mismo trayecto y hacer recorridos idénticos y que por eso trabaja en una escuela chica, en donde puede llevarse a cabo un trabajo más artesanal y humano.
        Ángeles Figueroa, mamá de Juan Ignacio, de 13 años, al que le diagnosticaron Asperger después de pasar por infinidad de profesionales, confiesa: “La relación es difícil. Los docentes saben, pero sus compañeros a pesar de saber, lo cargan y lo usan. Me duele ver que jamás lo invitan a los cumpleaños”. La mayor dificultad que tiene que atravesar como madre respecto del colegio técnico al que asiste su hijo “es que entiendan que no es maleducado sino Asperger”.
        Horizontes tiene 160 alumnos entre primaria y jardín. De los cien chicos que van a la primaria, 21 son integrados. “No tenemos que tratar de ‘normalizarlos’, queremos que se puedan desplegar dentro de lo que son. Hay que salir de querer que sean como uno”, reflexiona la directora y explica que el equipo del colegio cuenta con una psicopedagoga, maestras integradoras (que están con los chicos integrados) y maestras especiales, además de una psicóloga en el jardín.
        “Por un lado tratamos de explicarles a los chicos Asperger que muchas cosas que les dicen no son literales pero también trabajamos con los compañeros para que entiendan que lo que es tomado como un chiste para ellos puede ser grave para otros”, explica Teresa Falcón en relación a la dificultad que tienen los Asperger para entender metáforas (ya que pueden tomar literalmente frases como “no soy más tu amigo” o “no te voy a hablar más”). Sobre esto, la directora insiste en que no son solo los integrados quienes deben adaptarse: “Los compañeros también tienen que hacer un movimiento”.
        Las soluciones están dentro del sistema educativo, para afrontar el problema primero hay que asumirlo y comprenderlo: “Las escuelas deberían formar docentes que sepan cómo tratarlos”, opina Ángeles, mientras que Falcón, de mucha experiencia en educación, admite que Horizontes es un granito de arena dentro de un sistema, y agrega: “Lo que nosotros planteamos desde acá es que deje de existir ese espíritu ‘normalizador’ y poder dar lugar a la diversidad”.
¿Tengo un amigo Asperger?
Quino
Quino
        En muchos colegios de Argentina hay alumnos con Síndrome de Asperger. En gran parte de los clubes recreativos o dentro de las propias familias se encuentran chicos que son vistos como “raros”, que se diferencian del resto, a los que se reta por cosas que vuelven a hacer una y otra vez y cuyos padres, amigos y profesores no logran entender.
        “Para poder dar un tratamiento tiene que haber un diagnóstico. Con los Asperger es muy difícil porque se lo confunde desde chico con inmadurez, déficit de atención e hiperactividad, depresión y hasta timidez. En general se pasa por todas esas hipótesis para llegar a diagnosticar Asperger”, explica Sharon Friedstadt, psicóloga, especialista en Psicología Cognitiva, que pasó más de cuatro años trabajando con personas con este trastorno.
        “Entre más temprano se lo detecte, más tiempo hay para estimularlo y que el síndrome no avance. Lo que más funciona para diagnosticar son los testimonios de la familia y del colegio que cuentan bien cómo se comporta el chico y qué hace. Cada caso es muy distinto”, agrega la especialista.
        Si bien no a todos les pasa lo mismo, comparten ciertas características que pueden ayudar a padres y docentes a darse cuenta de que están frente a un chico con este síndrome. Principalmente, les cuesta establecer relaciones con sus compañeros, son ingenuos y crédulos y se alteran fácilmente ante cambios de rutina. Son, en ocasiones, muy literales con el lenguaje y no logran descifrar metáforas o chistes. Son sensibles a sonidos fuertes, colores, luces, olores y sabores y es muy común que se obsesionen por un tema en particular del que pueden llegar a ser expertos y saber detalles insólitos. Por último, en general, son físicamente torpes, en especial cuando practican deportes, y les cuesta asimilar grandes cambios en su rutina.

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